Hacía muchísimos años que no cazaba una vizcacha. Por acá no abundan cerca del pueblo, pero hace poco descubrí un lugar muy especial, medio escondido, en uno de los rincones del pueblo, justo al lado de un canal. Las vizcachas andan alrededor de unas casas abandonadas, lo que alguna vez fue parte de una vieja estación de tren, ahora totalmente en ruinas.
Son bichos súper ariscos. Fuimos cinco veces con mi primo y no habíamos podido traer ninguna. Una vez había un viento increíble que no nos dejaba ni apuntar. En otras, no vimos ninguna, y las veces que sí, se escondían rapidísimo. También erramos algunos tiros... pero era cuestión de seguir insistiendo.
Y justamente el viernes pasado, ¡se nos dio! Fuimos con mi primo: yo con el Avenge-X y él con el Razer, ambos en calibre 6.35. Apenas llegamos vimos varias arriba y, por suerte, le pegué a la primera. Mi primo cazó la segunda. Después de eso no salió ninguna más, así que decidimos volver.
Ayer nos juntamos con unos amigos e hicimos las vizcachas al disco. ¡Qué carne tan rica! Una experiencia de esas que valen la pena.





