Un cuento en tiempos sin pólvora.
- miguiondelmedio
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- Registrado: Lun Abr 04, 2011 12:13 pm
Un cuento en tiempos sin pólvora.
El cibernauta veterano.
En tiempos de Internet la mayoría de los cazadores habían crecido con el teclado, el whatsapp y las armas a la mano. Cazar, contar, compartir fotos, organizar juntadas y salidas, brutas comilonas, cultivar amistades, resultaba algo tan cotidiano y natural que estos detalles pasaban inadvertidos, porque de hecho eran una marca de época accesible a la mano de casi cualquiera.
El grupo de foristas era muy nutrido, aunque de alta rotación, circunstancia que fue generando un núcleo de permanentes no tan numeroso, que de una u otra manera fueron conociéndose y compartiendo el deporte con el condimento del entretenimiento cibernético.
La fauna era de lo más variopinto, como que la afición pegaba a todas las edades, ocupaciones y modos de sentir, aunque el común denominador era la vocación por el contacto con el campo, las armas, los animales, el asadito y el cielo limpio. Aunque no faltaban los casos particulares, la media era bastante pareja. No obstante uno de ellos resultaba un tanto atípico debido a su edad; pese a que nunca la había comentado, a juzgar por sus aportes estaba claro que se trataba de una persona mayor y con años en la actividad.
No se entendía muy bien en el foro cómo era que un veterano tan añoso lograba manejarse con las nuevas tecnologías con tanta familiaridad. Pero la cuestión es que de a poco se había ido adentrando en el grupo con un estilo que nada tenía de cibernético y sí mucho de artesanal. Sus relatos de caza pintaban cosas en las que normalmente no reparaban los muchachos jóvenes, pero que siendo contadas por “el vete” – así lo identificaban cortamente los demás foristas en sus MPs – aparecían como redescubiertas. Sabina había cantado alguna vez “si dice de uno cosas que ni uno sabe que sabía” y algo así pasaba con los detalles de la caza cuando este señor los describía; no inventaba nada nuevo ni sensación que cualquier cazador no hubiera experimentado alguna vez pero resultaba fácil redescubrir detalles cuando se los veía en negro sobre blanco con el estilo del “vete”. De a poco se incorporó al paisaje del foro y de la web.
Fue compartiendo sus salidas, relatos pormenorizados que adquirieron una frecuencia mayor cada vez, al punto de transformarse en cotidianas y esperadas por los restantes miembros del grupo. Eso sí, con un rasgo identificatorio: no aparecía en las fotos.
- “El vete” no existe loco, es un cuento. Fue el primer MP que se refirió al tema.
- Dejate de joder, quién se va a tomar semejante laburo.
- No sería raro – abonó la sospecha un tercer forista – sino porqué no pone una fotito de él, siempre la perra y la Centauro.
- Recorrele los 364 mensajes que tiene, a ver si le encontrás una sola foto donde aparezca él.
- Tenés razón – contestó otro – me tomé el laburo, me perdí 3 horas, ninguna imagen del “vete”, es más, en una se ve la punta de una bota, pero amarilla, no me lo imagino al “vete” con una de esas, más vale con unas Calfor bien negras y grises, ¿o no?.
- Che pibes – acotó otro veterano pero no tanto del grupo – no les parece que están exagerando… Aunque yo tampoco me lo imagino con unas “náuticas” jua jajajaa.
El rumor se fue extendiendo y transformándose en un secreto a voces, por los MPs que nunca pudieron ser leídos por el protagonista central del chusmerío.
Excepción hecha de esos comentarios, todo discurría con naturalidad cotidiana por el foro. Así es que fueron pasando los días, otra temporada estaba terminando y como era habitual para ese tiempo, las juntadas comenzaban a insinuarse. La necesidad de prolongar el disfrute de las cacerías más allá de las salidas mismas, generaban todo tipo de encuentros, alguno muy publicitado y multitudinario otros más íntimos y de grupos reducidos, todos con el objetivo de saltar el charco de los 9 meses entre temporadas de la mejor manera posible y en el ambiente que a todo cazador le agrada.
En el grupo más restañado comenzaron a circular mensajes organizando una última salida, la de fin de julio, un poco más poblada con proliferación de amigos, perros, fierros, asado y los líquidos respectivos. Pero como nunca falta un jodido en todo grupo, a un santafesino que era la hostia en eso de hacer maldades, se le ocurrió la de invitar al “vete” y así corroborar que el personaje era puro cuento, nomás. Al principio la idea parecía al cuete, pero a medida que fueron apareciendo opiniones tomó cuerpo y despertó entusiasmo.
- ¿Te lo imaginás al fantasma apareciéndose a la noche tarde? Jajajajaj
- Ma qué fantasma, seguro que es un muerto vivo como los de las películas. Juajuajaa
- Ya veo que entre la suela de las Calfor negras y el piso hay 10 centímetros. Ajajajaj
- Sí pero dónde lo vamos a hacer?, se supone que el “personaje” vive en Bragado.
- Nos juntemos en Trenque Lauquen, en el campo que consigue el Flaco - cordobizó el cordobés de Villa María - que nos queda más o menos por el medio y a él bien cerca.
La duda sobrevoló al grupo hasta que Santafé se tiró a la pileta, hizo pública la reunión y le mandó la invitación a la nube al vete como la cosa más normal del mundo.
Previo agradecimiento muy conceptuoso, el hombre se comprometió a hacer “todo lo posible” por estar, cosa que en un principio significó para la mayoría la confirmación de que “El Vete” era cartón pintado, que ni en pedo podía aparecer y que ya estaba tachando la doble.
Quedaron para encontrarse directamente en el campo, el sábado aquél a la mañana temprano, cosa de arrancar con unos buenos mates calientes y estar en los potreros a las 9, 9 y media a más tardar. Para eso había que circularizar la ubicación del campo y cuando ya estaban hablando de mandarse por mails el escaneo del mapa para poder llegar, un mensaje del veterano los sorprendió casi confirmándoles que era un blef y que además el autor del personaje les estaba tomando el pelo a todos:
- ¿Y porqué no consiguen las coordenadas de la tranquera y que nos lleve el GPS, no es más fácil?- aportó el “vete”.
- Qué pedazo de HDP el turro este – escupió uno de Tilisarao – yo lo mando a la PQLP.
- No, pará animal – lo paró Córdoba – le sigamos la corriente.
Le pasaron grados de latitudes y longitudes y casi se olvidaron del tema, pero así fue que el lugar quedó fijado.
Llegó el día; de lugares diversos y diversas distancias se fueron acercando a la dichosa tranquera gepeseada, algunos desde la noche anterior, otros partiendo a horas tempranísimas, para concurrir tipo 8 al punto de encuentro. Grupo tras grupo fueron llegando a la casa del encargado, festejando la juntada, comenzando a compartir el mate y la charla. A medida que se fue completando el plantel y se aproximaba la hora, los comentarios sobre las dificultades para programar los GPSs y la aparición imposible del fantasma se tornaron más certeros: el vete no existe. Y la sentencia ya estaba firmada, cuando desde la tranquera, con apenas unos minutos de retraso, probablemente justificados por la niebla matutina, se vino acercando un par de luces, detrás del cual un Ford Taunus con buena cantidad de años y en muy buen estado de conservación llegó con un hombre mayor de saludable presencia al volante, pese a sus muchos años. Seguro y parsimonioso bajó del auto, se desenroscó no sin cierta natural dificultad y uno a uno fue identificando a cada cazador por su nombre, a la vez que presentándose. Los mucho gusto, un gusto, un placer, fueron acompañados sobre todo por un “gracias por venir”. “El Vete” existía y había venido. Bien ridículos quedaron los grandulones diciendo casi al unísono y de puro culposos “no se hubiera molestado” cuando don Héctor – que así se llamaba al final – peló un paquete de facturas para acompañar el mate. Corta charla y al rumbear para el primer potrero con el sol un poco más alto, pudieron observarlo y verlo cazar.
Ese día los perros y las plumíferas perdieron en alguna medida el centro de la escena, ahora corrido discretamente hacia el vete.
Tenía los ojos chiquitos y brillones, portaba gorra de las de antes, con broche en la visera y todo; caminaba con un pequeño barquinazo del lado de la cadera derecha y no necesitaba mirar la escopetita. Portaba la de un caño del 28 como si hubiera crecido junto con él; cargaba y descargaba sin siquiera mirarla, no por pedantería sino por familiaridad. Eran como una misma cosa. Trato muy afable con la mansa y obediente bretona, pocas palabras, gesto atento y ningún interés por demostrar habilidad.
Los años de patear atrás del perro y gatillando, le resultaban inocultables; la maestría y la humildad justificaban la puntería y disculpaban los yerros.
- Una hermosura – mandó el cordobés.
- Ni se le nota que apunta, un maestro – el santafesino.
- Me hace acordar a mi viejo – acotó el veterano pero no tanto, con un dejo de nostalgia.
El día transcurrió en un campo rendidor con perros y cazadores contentos. El asado fue una fiesta, igual que la segunda vuelta.
A la hora de la partida, don Héctor “el vete” arrancó el primero porque lo esperaban en casa y no quería llegar muy tarde, previos cruces de saludos, intercambio de números telefónicos y de promesas de reencuentros en la próxima temporada, dejando al resto del grupo con el convencimiento de que habría más salidas con el nuevo integrante.
Pero como no podía ser de otra manera, alguien tenía que ponerle una pincelada de humor a la experiencia y al silencio que sobrevino luego de la despedida, así que el de Villa María, con todo cariño aportó: “¿quién fue el culiao que dijo que el viejo iba a venir con unas Calfor negras? Bien bonitas que le quedaban las náuticas esas amarillas gastaditas que traía el vetusto éste. Jua jajaja
El brindis cortito de despedida alguien propuso que fuera a la salud de nuestros viejos queridos.
En tiempos de Internet la mayoría de los cazadores habían crecido con el teclado, el whatsapp y las armas a la mano. Cazar, contar, compartir fotos, organizar juntadas y salidas, brutas comilonas, cultivar amistades, resultaba algo tan cotidiano y natural que estos detalles pasaban inadvertidos, porque de hecho eran una marca de época accesible a la mano de casi cualquiera.
El grupo de foristas era muy nutrido, aunque de alta rotación, circunstancia que fue generando un núcleo de permanentes no tan numeroso, que de una u otra manera fueron conociéndose y compartiendo el deporte con el condimento del entretenimiento cibernético.
La fauna era de lo más variopinto, como que la afición pegaba a todas las edades, ocupaciones y modos de sentir, aunque el común denominador era la vocación por el contacto con el campo, las armas, los animales, el asadito y el cielo limpio. Aunque no faltaban los casos particulares, la media era bastante pareja. No obstante uno de ellos resultaba un tanto atípico debido a su edad; pese a que nunca la había comentado, a juzgar por sus aportes estaba claro que se trataba de una persona mayor y con años en la actividad.
No se entendía muy bien en el foro cómo era que un veterano tan añoso lograba manejarse con las nuevas tecnologías con tanta familiaridad. Pero la cuestión es que de a poco se había ido adentrando en el grupo con un estilo que nada tenía de cibernético y sí mucho de artesanal. Sus relatos de caza pintaban cosas en las que normalmente no reparaban los muchachos jóvenes, pero que siendo contadas por “el vete” – así lo identificaban cortamente los demás foristas en sus MPs – aparecían como redescubiertas. Sabina había cantado alguna vez “si dice de uno cosas que ni uno sabe que sabía” y algo así pasaba con los detalles de la caza cuando este señor los describía; no inventaba nada nuevo ni sensación que cualquier cazador no hubiera experimentado alguna vez pero resultaba fácil redescubrir detalles cuando se los veía en negro sobre blanco con el estilo del “vete”. De a poco se incorporó al paisaje del foro y de la web.
Fue compartiendo sus salidas, relatos pormenorizados que adquirieron una frecuencia mayor cada vez, al punto de transformarse en cotidianas y esperadas por los restantes miembros del grupo. Eso sí, con un rasgo identificatorio: no aparecía en las fotos.
- “El vete” no existe loco, es un cuento. Fue el primer MP que se refirió al tema.
- Dejate de joder, quién se va a tomar semejante laburo.
- No sería raro – abonó la sospecha un tercer forista – sino porqué no pone una fotito de él, siempre la perra y la Centauro.
- Recorrele los 364 mensajes que tiene, a ver si le encontrás una sola foto donde aparezca él.
- Tenés razón – contestó otro – me tomé el laburo, me perdí 3 horas, ninguna imagen del “vete”, es más, en una se ve la punta de una bota, pero amarilla, no me lo imagino al “vete” con una de esas, más vale con unas Calfor bien negras y grises, ¿o no?.
- Che pibes – acotó otro veterano pero no tanto del grupo – no les parece que están exagerando… Aunque yo tampoco me lo imagino con unas “náuticas” jua jajajaa.
El rumor se fue extendiendo y transformándose en un secreto a voces, por los MPs que nunca pudieron ser leídos por el protagonista central del chusmerío.
Excepción hecha de esos comentarios, todo discurría con naturalidad cotidiana por el foro. Así es que fueron pasando los días, otra temporada estaba terminando y como era habitual para ese tiempo, las juntadas comenzaban a insinuarse. La necesidad de prolongar el disfrute de las cacerías más allá de las salidas mismas, generaban todo tipo de encuentros, alguno muy publicitado y multitudinario otros más íntimos y de grupos reducidos, todos con el objetivo de saltar el charco de los 9 meses entre temporadas de la mejor manera posible y en el ambiente que a todo cazador le agrada.
En el grupo más restañado comenzaron a circular mensajes organizando una última salida, la de fin de julio, un poco más poblada con proliferación de amigos, perros, fierros, asado y los líquidos respectivos. Pero como nunca falta un jodido en todo grupo, a un santafesino que era la hostia en eso de hacer maldades, se le ocurrió la de invitar al “vete” y así corroborar que el personaje era puro cuento, nomás. Al principio la idea parecía al cuete, pero a medida que fueron apareciendo opiniones tomó cuerpo y despertó entusiasmo.
- ¿Te lo imaginás al fantasma apareciéndose a la noche tarde? Jajajajaj
- Ma qué fantasma, seguro que es un muerto vivo como los de las películas. Juajuajaa
- Ya veo que entre la suela de las Calfor negras y el piso hay 10 centímetros. Ajajajaj
- Sí pero dónde lo vamos a hacer?, se supone que el “personaje” vive en Bragado.
- Nos juntemos en Trenque Lauquen, en el campo que consigue el Flaco - cordobizó el cordobés de Villa María - que nos queda más o menos por el medio y a él bien cerca.
La duda sobrevoló al grupo hasta que Santafé se tiró a la pileta, hizo pública la reunión y le mandó la invitación a la nube al vete como la cosa más normal del mundo.
Previo agradecimiento muy conceptuoso, el hombre se comprometió a hacer “todo lo posible” por estar, cosa que en un principio significó para la mayoría la confirmación de que “El Vete” era cartón pintado, que ni en pedo podía aparecer y que ya estaba tachando la doble.
Quedaron para encontrarse directamente en el campo, el sábado aquél a la mañana temprano, cosa de arrancar con unos buenos mates calientes y estar en los potreros a las 9, 9 y media a más tardar. Para eso había que circularizar la ubicación del campo y cuando ya estaban hablando de mandarse por mails el escaneo del mapa para poder llegar, un mensaje del veterano los sorprendió casi confirmándoles que era un blef y que además el autor del personaje les estaba tomando el pelo a todos:
- ¿Y porqué no consiguen las coordenadas de la tranquera y que nos lleve el GPS, no es más fácil?- aportó el “vete”.
- Qué pedazo de HDP el turro este – escupió uno de Tilisarao – yo lo mando a la PQLP.
- No, pará animal – lo paró Córdoba – le sigamos la corriente.
Le pasaron grados de latitudes y longitudes y casi se olvidaron del tema, pero así fue que el lugar quedó fijado.
Llegó el día; de lugares diversos y diversas distancias se fueron acercando a la dichosa tranquera gepeseada, algunos desde la noche anterior, otros partiendo a horas tempranísimas, para concurrir tipo 8 al punto de encuentro. Grupo tras grupo fueron llegando a la casa del encargado, festejando la juntada, comenzando a compartir el mate y la charla. A medida que se fue completando el plantel y se aproximaba la hora, los comentarios sobre las dificultades para programar los GPSs y la aparición imposible del fantasma se tornaron más certeros: el vete no existe. Y la sentencia ya estaba firmada, cuando desde la tranquera, con apenas unos minutos de retraso, probablemente justificados por la niebla matutina, se vino acercando un par de luces, detrás del cual un Ford Taunus con buena cantidad de años y en muy buen estado de conservación llegó con un hombre mayor de saludable presencia al volante, pese a sus muchos años. Seguro y parsimonioso bajó del auto, se desenroscó no sin cierta natural dificultad y uno a uno fue identificando a cada cazador por su nombre, a la vez que presentándose. Los mucho gusto, un gusto, un placer, fueron acompañados sobre todo por un “gracias por venir”. “El Vete” existía y había venido. Bien ridículos quedaron los grandulones diciendo casi al unísono y de puro culposos “no se hubiera molestado” cuando don Héctor – que así se llamaba al final – peló un paquete de facturas para acompañar el mate. Corta charla y al rumbear para el primer potrero con el sol un poco más alto, pudieron observarlo y verlo cazar.
Ese día los perros y las plumíferas perdieron en alguna medida el centro de la escena, ahora corrido discretamente hacia el vete.
Tenía los ojos chiquitos y brillones, portaba gorra de las de antes, con broche en la visera y todo; caminaba con un pequeño barquinazo del lado de la cadera derecha y no necesitaba mirar la escopetita. Portaba la de un caño del 28 como si hubiera crecido junto con él; cargaba y descargaba sin siquiera mirarla, no por pedantería sino por familiaridad. Eran como una misma cosa. Trato muy afable con la mansa y obediente bretona, pocas palabras, gesto atento y ningún interés por demostrar habilidad.
Los años de patear atrás del perro y gatillando, le resultaban inocultables; la maestría y la humildad justificaban la puntería y disculpaban los yerros.
- Una hermosura – mandó el cordobés.
- Ni se le nota que apunta, un maestro – el santafesino.
- Me hace acordar a mi viejo – acotó el veterano pero no tanto, con un dejo de nostalgia.
El día transcurrió en un campo rendidor con perros y cazadores contentos. El asado fue una fiesta, igual que la segunda vuelta.
A la hora de la partida, don Héctor “el vete” arrancó el primero porque lo esperaban en casa y no quería llegar muy tarde, previos cruces de saludos, intercambio de números telefónicos y de promesas de reencuentros en la próxima temporada, dejando al resto del grupo con el convencimiento de que habría más salidas con el nuevo integrante.
Pero como no podía ser de otra manera, alguien tenía que ponerle una pincelada de humor a la experiencia y al silencio que sobrevino luego de la despedida, así que el de Villa María, con todo cariño aportó: “¿quién fue el culiao que dijo que el viejo iba a venir con unas Calfor negras? Bien bonitas que le quedaban las náuticas esas amarillas gastaditas que traía el vetusto éste. Jua jajaja
El brindis cortito de despedida alguien propuso que fuera a la salud de nuestros viejos queridos.
- Toyi
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Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
Cuantas veces habremos vivido historias como esta y ni siquiera se nos da por escribirla.
Buenìsimo el cuento que no se si es cuento!
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"Nunca se meta ni pase por juez de problema ajeno..."
- Marcos-45
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Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
QUE HISTORIOOOOOON!!!! me dejo mudo... y si te cuento que me dejo los ojos vidriosos... que lo pario!
Cuantas veces se ven esas cosas en los foros! cuanta gente que piensa solo en "lo de ahora" y descree de tantas cosas!
Y SOBRE TODO QUE LINDO ES JUNTARSE....
Lo digo porque a mi casa han venido docenas de integrantes de varios foros (incluso este) y es lo mejor de esto!
Cuantas veces se ven esas cosas en los foros! cuanta gente que piensa solo en "lo de ahora" y descree de tantas cosas!
Y SOBRE TODO QUE LINDO ES JUNTARSE....
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prefiero luchar desde el llano que mirar desde la loma
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- Kymymaro
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Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
Muy buena historia
- miguiondelmedio
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Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
Efectivamente, es un cuento. Me gusta ponerme a escribir y salen cosas como ésta, pero no creo que haya una sola historia que no tenga sustento en la realidad; no me cabe duda que este Don Héctor se parece a mi viejo porque cazando lo recuerdo muy parecido (ya partió hace mucho), o los otros personajes a coforistas de acá o a muchachos que he conocido en los lugares de caza, incluso a mis compañeros de cacerías.Toyi escribió:Cuantas veces habremos vivido historias como esta y ni siquiera se nos da por escribirla.
Buenìsimo el cuento que no se si es cuento!
Ah, me alegra que te haya gustado. Gracias.
- miguiondelmedio
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- Registrado: Lun Abr 04, 2011 12:13 pm
Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
Sí las juntadas son lo más. Sobre todo porque de sobremesa la puntería en los relatos se mejora notoriamente. Me alegro que te haya gustado, pero no me hago cargo del lagrimeo che, no fue mi intención.Marcos-45 escribió:QUE HISTORIOOOOOON!!!! me dejo mudo... y si te cuento que me dejo los ojos vidriosos... que lo pario!
Cuantas veces se ven esas cosas en los foros! cuanta gente que piensa solo en "lo de ahora" y descree de tantas cosas!
Y SOBRE TODO QUE LINDO ES JUNTARSE....
Lo digo porque a mi casa han venido docenas de integrantes de varios foros (incluso este) y es lo mejor de esto!
Un abrazo patagónico (los pampeanos también queremos creernos que estamos al sur del Colorado)
- miguiondelmedio
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- Registrado: Lun Abr 04, 2011 12:13 pm
Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
Muchas gracias Kymymaro. Parece que no, pero todo ayuda a pasar los meses de veda.Kymymaro escribió:Muy buena historia
- oski52
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- Registrado: Vie Ago 22, 2014 4:23 pm
Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
miguiondelmedio escribió:El cibernauta veterano.
En tiempos de Internet la mayoría de los cazadores habían crecido con el teclado, el whatsapp y las armas a la mano. Cazar, contar, compartir fotos, organizar juntadas y salidas, brutas comilonas, cultivar amistades, resultaba algo tan cotidiano y natural que estos detalles pasaban inadvertidos, porque de hecho eran una marca de época accesible a la mano de casi cualquiera.
El grupo de foristas era muy nutrido, aunque de alta rotación, circunstancia que fue generando un núcleo de permanentes no tan numeroso, que de una u otra manera fueron conociéndose y compartiendo el deporte con el condimento del entretenimiento cibernético.
La fauna era de lo más variopinto, como que la afición pegaba a todas las edades, ocupaciones y modos de sentir, aunque el común denominador era la vocación por el contacto con el campo, las armas, los animales, el asadito y el cielo limpio. Aunque no faltaban los casos particulares, la media era bastante pareja. No obstante uno de ellos resultaba un tanto atípico debido a su edad; pese a que nunca la había comentado, a juzgar por sus aportes estaba claro que se trataba de una persona mayor y con años en la actividad.
No se entendía muy bien en el foro cómo era que un veterano tan añoso lograba manejarse con las nuevas tecnologías con tanta familiaridad. Pero la cuestión es que de a poco se había ido adentrando en el grupo con un estilo que nada tenía de cibernético y sí mucho de artesanal. Sus relatos de caza pintaban cosas en las que normalmente no reparaban los muchachos jóvenes, pero que siendo contadas por “el vete” – así lo identificaban cortamente los demás foristas en sus MPs – aparecían como redescubiertas. Sabina había cantado alguna vez “si dice de uno cosas que ni uno sabe que sabía” y algo así pasaba con los detalles de la caza cuando este señor los describía; no inventaba nada nuevo ni sensación que cualquier cazador no hubiera experimentado alguna vez pero resultaba fácil redescubrir detalles cuando se los veía en negro sobre blanco con el estilo del “vete”. De a poco se incorporó al paisaje del foro y de la web.
Fue compartiendo sus salidas, relatos pormenorizados que adquirieron una frecuencia mayor cada vez, al punto de transformarse en cotidianas y esperadas por los restantes miembros del grupo. Eso sí, con un rasgo identificatorio: no aparecía en las fotos.
- “El vete” no existe loco, es un cuento. Fue el primer MP que se refirió al tema.
- Dejate de joder, quién se va a tomar semejante laburo.
- No sería raro – abonó la sospecha un tercer forista – sino porqué no pone una fotito de él, siempre la perra y la Centauro.
- Recorrele los 364 mensajes que tiene, a ver si le encontrás una sola foto donde aparezca él.
- Tenés razón – contestó otro – me tomé el laburo, me perdí 3 horas, ninguna imagen del “vete”, es más, en una se ve la punta de una bota, pero amarilla, no me lo imagino al “vete” con una de esas, más vale con unas Calfor bien negras y grises, ¿o no?.
- Che pibes – acotó otro veterano pero no tanto del grupo – no les parece que están exagerando… Aunque yo tampoco me lo imagino con unas “náuticas” jua jajajaa.
El rumor se fue extendiendo y transformándose en un secreto a voces, por los MPs que nunca pudieron ser leídos por el protagonista central del chusmerío.
Excepción hecha de esos comentarios, todo discurría con naturalidad cotidiana por el foro. Así es que fueron pasando los días, otra temporada estaba terminando y como era habitual para ese tiempo, las juntadas comenzaban a insinuarse. La necesidad de prolongar el disfrute de las cacerías más allá de las salidas mismas, generaban todo tipo de encuentros, alguno muy publicitado y multitudinario otros más íntimos y de grupos reducidos, todos con el objetivo de saltar el charco de los 9 meses entre temporadas de la mejor manera posible y en el ambiente que a todo cazador le agrada.
En el grupo más restañado comenzaron a circular mensajes organizando una última salida, la de fin de julio, un poco más poblada con proliferación de amigos, perros, fierros, asado y los líquidos respectivos. Pero como nunca falta un jodido en todo grupo, a un santafesino que era la hostia en eso de hacer maldades, se le ocurrió la de invitar al “vete” y así corroborar que el personaje era puro cuento, nomás. Al principio la idea parecía al cuete, pero a medida que fueron apareciendo opiniones tomó cuerpo y despertó entusiasmo.
- ¿Te lo imaginás al fantasma apareciéndose a la noche tarde? Jajajajaj
- Ma qué fantasma, seguro que es un muerto vivo como los de las películas. Juajuajaa
- Ya veo que entre la suela de las Calfor negras y el piso hay 10 centímetros. Ajajajaj
- Sí pero dónde lo vamos a hacer?, se supone que el “personaje” vive en Bragado.
- Nos juntemos en Trenque Lauquen, en el campo que consigue el Flaco - cordobizó el cordobés de Villa María - que nos queda más o menos por el medio y a él bien cerca.
La duda sobrevoló al grupo hasta que Santafé se tiró a la pileta, hizo pública la reunión y le mandó la invitación a la nube al vete como la cosa más normal del mundo.
Previo agradecimiento muy conceptuoso, el hombre se comprometió a hacer “todo lo posible” por estar, cosa que en un principio significó para la mayoría la confirmación de que “El Vete” era cartón pintado, que ni en pedo podía aparecer y que ya estaba tachando la doble.
Quedaron para encontrarse directamente en el campo, el sábado aquél a la mañana temprano, cosa de arrancar con unos buenos mates calientes y estar en los potreros a las 9, 9 y media a más tardar. Para eso había que circularizar la ubicación del campo y cuando ya estaban hablando de mandarse por mails el escaneo del mapa para poder llegar, un mensaje del veterano los sorprendió casi confirmándoles que era un blef y que además el autor del personaje les estaba tomando el pelo a todos:
- ¿Y porqué no consiguen las coordenadas de la tranquera y que nos lleve el GPS, no es más fácil?- aportó el “vete”.
- Qué pedazo de HDP el turro este – escupió uno de Tilisarao – yo lo mando a la PQLP.
- No, pará animal – lo paró Córdoba – le sigamos la corriente.
Le pasaron grados de latitudes y longitudes y casi se olvidaron del tema, pero así fue que el lugar quedó fijado.
Llegó el día; de lugares diversos y diversas distancias se fueron acercando a la dichosa tranquera gepeseada, algunos desde la noche anterior, otros partiendo a horas tempranísimas, para concurrir tipo 8 al punto de encuentro. Grupo tras grupo fueron llegando a la casa del encargado, festejando la juntada, comenzando a compartir el mate y la charla. A medida que se fue completando el plantel y se aproximaba la hora, los comentarios sobre las dificultades para programar los GPSs y la aparición imposible del fantasma se tornaron más certeros: el vete no existe. Y la sentencia ya estaba firmada, cuando desde la tranquera, con apenas unos minutos de retraso, probablemente justificados por la niebla matutina, se vino acercando un par de luces, detrás del cual un Ford Taunus con buena cantidad de años y en muy buen estado de conservación llegó con un hombre mayor de saludable presencia al volante, pese a sus muchos años. Seguro y parsimonioso bajó del auto, se desenroscó no sin cierta natural dificultad y uno a uno fue identificando a cada cazador por su nombre, a la vez que presentándose. Los mucho gusto, un gusto, un placer, fueron acompañados sobre todo por un “gracias por venir”. “El Vete” existía y había venido. Bien ridículos quedaron los grandulones diciendo casi al unísono y de puro culposos “no se hubiera molestado” cuando don Héctor – que así se llamaba al final – peló un paquete de facturas para acompañar el mate. Corta charla y al rumbear para el primer potrero con el sol un poco más alto, pudieron observarlo y verlo cazar.
Ese día los perros y las plumíferas perdieron en alguna medida el centro de la escena, ahora corrido discretamente hacia el vete.
Tenía los ojos chiquitos y brillones, portaba gorra de las de antes, con broche en la visera y todo; caminaba con un pequeño barquinazo del lado de la cadera derecha y no necesitaba mirar la escopetita. Portaba la de un caño del 28 como si hubiera crecido junto con él; cargaba y descargaba sin siquiera mirarla, no por pedantería sino por familiaridad. Eran como una misma cosa. Trato muy afable con la mansa y obediente bretona, pocas palabras, gesto atento y ningún interés por demostrar habilidad.
Los años de patear atrás del perro y gatillando, le resultaban inocultables; la maestría y la humildad justificaban la puntería y disculpaban los yerros.
- Una hermosura – mandó el cordobés.
- Ni se le nota que apunta, un maestro – el santafesino.
- Me hace acordar a mi viejo – acotó el veterano pero no tanto, con un dejo de nostalgia.
El día transcurrió en un campo rendidor con perros y cazadores contentos. El asado fue una fiesta, igual que la segunda vuelta.
A la hora de la partida, don Héctor “el vete” arrancó el primero porque lo esperaban en casa y no quería llegar muy tarde, previos cruces de saludos, intercambio de números telefónicos y de promesas de reencuentros en la próxima temporada, dejando al resto del grupo con el convencimiento de que habría más salidas con el nuevo integrante.
Pero como no podía ser de otra manera, alguien tenía que ponerle una pincelada de humor a la experiencia y al silencio que sobrevino luego de la despedida, así que el de Villa María, con todo cariño aportó: “¿quién fue el culiao que dijo que el viejo iba a venir con unas Calfor negras? Bien bonitas que le quedaban las náuticas esas amarillas gastaditas que traía el vetusto éste. Jua jajaja
El brindis cortito de despedida alguien propuso que fuera a la salud de nuestros viejos queridos.
Excelente el relato y muy amena la redacción, felicitaciones de parte de alguien que despunta hace muchos años el vicio de escribir para tratar de transmitir sentimientos como lo hiciste vos.
Saludos
Oscar
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Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
Que buen momento me hicistes pasar realmente. Si el fin de un buen relato es entretener y llevarnos amablemente a una reflexión, que no le quepa duda estimado co-forista que se ha logrado. El plus extra, la imagen que seguro se recreo en la cabeza de muchos de Don Hector, en la piel de alguno de nuestros seres queridos.
Muchas gracias.
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- Marcos-45
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Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
No se alla! pero aca no somos parte de la Patagonia por un par de est~#!@ que no firmaron el petitorio!!!miguiondelmedio escribió:Sí las juntadas son lo más. Sobre todo porque de sobremesa la puntería en los relatos se mejora notoriamente. Me alegro que te haya gustado, pero no me hago cargo del lagrimeo che, no fue mi intención.Marcos-45 escribió:QUE HISTORIOOOOOON!!!! me dejo mudo... y si te cuento que me dejo los ojos vidriosos... que lo pario!
Cuantas veces se ven esas cosas en los foros! cuanta gente que piensa solo en "lo de ahora" y descree de tantas cosas!
Y SOBRE TODO QUE LINDO ES JUNTARSE....
Lo digo porque a mi casa han venido docenas de integrantes de varios foros (incluso este) y es lo mejor de esto!
Un abrazo patagónico (los pampeanos también queremos creernos que estamos al sur del Colorado)
Se iba a declarar de Buratovich al sur PATAGONIA por zona geografica (corriendo la barrera del rio COLORADO) y al final quedo en la nada por unos tarados retrogrados...
EN FIN... yo se que vivo en pa Patagonia porque de un lado u otro del rio es el mismo clima y la misma gente piola!
EXITOS...
un abrazo
prefiero luchar desde el llano que mirar desde la loma
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- miguiondelmedio
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Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
Bueno, muchas gracias. Y espero que publiques; yo lo hago de puro caradura nomás.oski52 escribió:miguiondelmedio escribió:El cibernauta veterano.
Excelente el relato y muy amena la redacción, felicitaciones de parte de alguien que despunta hace muchos años el vicio de escribir para tratar de transmitir sentimientos como lo hiciste vos.
Saludos
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- miguiondelmedio
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Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
Gracias a vos, Puerto; y, sí, con la lectura uno tiene la ventaja de que el relato puede ser de otro, pero la película se la hace uno. Saludo cordial.PuertoArgentino escribió:Que buen momento me hicistes pasar realmente. Si el fin de un buen relato es entretener y llevarnos amablemente a una reflexión, que no le quepa duda estimado co-forista que se ha logrado. El plus extra, la imagen que seguro se recreo en la cabeza de muchos de Don Héctor, en la piel de alguno de nuestros seres queridos.
Muchas gracias.
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- miguiondelmedio
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Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
Muchas gracias, José.josemortarin escribió:Muy bueno
- yaya338
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Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
Que buena historia se me acalambraron las patas en el trono.....quería terminar de leerla y se me abrillantaron los ojos de algunos que ya no estan...espectacular historia
- abel1202
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Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
¡Buenísimo!, muestra de manera muy precisa, y muy humana lo que se vive en esas circunstancias, que "ir de cacería" con amigos, es bastante más que cazar.Una interpretación de los sentimientos, del ambiente, de la psicología, de primera. Me hizo bien leer este relato.
- miguiondelmedio
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Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
Menos mal que era un cuento corto y no una novela, sino te hubieran tenido que amputar las patas. Muchas gracias.yaya338 escribió:Que buena historia se me acalambraron las patas en el trono.....quería terminar de leerla y se me abrillantaron los ojos de algunos que ya no estan...espectacular historia
- miguiondelmedio
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Re: Un cuento en tiempos sin pólvora.
Me alegro mucho Abel. A veces algún relato me sale parecido. Lamentablemente sólo a veces. Saludo cordial.abel1202 escribió:¡Buenísimo!, muestra de manera muy precisa, y muy humana lo que se vive en esas circunstancias, que "ir de cacería" con amigos, es bastante más que cazar.Una interpretación de los sentimientos, del ambiente, de la psicología, de primera. Me hizo bien leer este relato.