Oscar44 escribió: ↑Dom May 09, 2021 8:56 pm
No es cosa mala si la punta es encamisada, si es plomo, es cosa mala.
Osquitar, busqué éste material solo para vos:
Lo publicaron en otro foro pero de verdad es muy completo.
Te mando un gran abrazo!
Vida util de un cañon por Juan Carlos Moratto
Una de las preguntas que usualmente recibo de los tiradores tiene que ver con la "vida" de los cañones de sus fusiles y de sus armas de puño, entendiendo por esto, cuántos disparos pueden efectuarse en una determinada arma antes que su cañón necesite reemplazarse debido a que ha perdido precisión.
Desafortunadamente no existe una respuesta simple a lo que, aparentemente, es una pregunta extremadamente sencilla. Son muchas las variables en juego, incluyendo al tirador mismo. Sé, sin embargo, qué es lo que hace que buena parte del estriado de un buen cañón eventualmente desaparezca.
Para comenzar, aunque este sea el concepto más arraigado, el tránsito de los proyectiles a través del cañón contribuye muy poco a su desgaste. Si esto no fuera verdad, el ánima de un cañón desgastado debería estar erosionada de manera completamente uniforme desde la recámara hasta la boca del cañón.
He examinado las superficies interiores de una gran cantidad de cañones luego de que han disparado miles de proyectiles encamisados y encontré pocos signos de desgaste excepto, siempre, en la parte cercana a la recámara.
Un "borescope", instrumento para observar el estado del ánima de o cañones, en este caso un Hawkeye para armas largas y cortas. Una de mis más antiguas carabinas calibre .22 LR ilustra bastante bien lo que produce el desgaste del cañón. Es una Francotte, de fecha bastante difusa y no tengo idea de cuántos miles de proyectiles de plomo recorrieron su ánima, pero había tenido un uso considerable anteriormente antes de que la recibiera como obsequio de parte de un amigo. Buena parte del estriado ha desaparecido desde la recámara hasta cinco centímetros hacia delante, pero muestra muy poco desgaste a partir de este punto.
Esto se reduce sencillamente a un concepto: los materiales con los que están construidos los proyectiles pueden ser considerados como insignificantes cuando se contraponen contra otros factores que contribuyen al desgaste del cañón, en la medida que los proyectiles son más blandos que el acero con el que se construyen estos últimos. Algunos tiradores teorizan que los proyectiles de plomo afectan menos a los cañones que los proyectiles encamisados porque son más blandos.
Esto es cierto, pero en parte, por varios motivos que hacen a la ciencia balística: si bien el rozamiento es menor si el proyectil está subcalibrado, los gases a extrema temperatura (y aquí estoy adelantando un poco el motivo de esta nota) adelantan en su recorrido al proyectil y chocan contra el ánima, y si, por el contrario está sobredimensionado, las presiones son extraordinariamente mayores y, como bien sabemos, la pólvora, a mayor presión, mayor velocidad de combustión y, por consiguiente, mayor temperatura por unidad de tiempo. En cualquiera de los casos, al ser el proyectil de plomo construido de material blando, la base, siempre se expande forzándose contra las paredes del cañón por el impulso de los gases mucho más que un proyectil encamisado.
Sin embargo, generalmente, los proyectiles de plomo se cargan con menores presiones de recámara que los encamisados.
A medida que aumenta la presión en la recámara también aumenta la temperatura de la pólvora combustionada.
El calor extremo -no la fricción de los proyectiles- es el enemigo principal del ánima de los cañones.
Cuando la aguja percutora impacta en el fulminante, produce una llama que enciende la carga de pólvora con partículas inflamadas a temperaturas tan altas como los 1.500 grados Celsius. Al momento de la ignición, la pólvora se convierte rápidamente de un material sólido a gases en rápida expansión.
Al momento de la presión pico, la temperatura de la llama (la temperatura del gas propelente) es mucho más alta que la temperatura de fundición del acero. Algunas pólvoras combustionan a temperaturas cercanas a los 1.700 grados Celsius. El acero del cañón no se funde debido a que el calor es aplicado en una breve fracción de segundo. Es muy similar a pasar el dedo sobre la llama de una vela. Como la llama está en contacto un breve lapso, el dedo no sufre ningún daño. Esto permite que la masa del cañón conduzca el calor hacia el exterior desde la superficie del ánima. Si continúa moviendo su dedo por encima de la llama de la vela, siguiendo con el ejemplo, la temperatura de la superficie, eventualmente, subirá a niveles poco confortables. Lo mismo ocurre en un arma cuando está sujeta a una alta cadencia de disparos, o disparos sucesivos efectuados con rapidez. Cada vez que se dispara un cartucho, la temperatura de la superficie del ánima aumenta, y si se disparan suficientes tiros durante un breve período de tiempo, la superficie comienza a aproximarse a un estado similar al derretimiento. Por supuesto, que tan alta cadencia de disparos es posible, solamente, con armas de funcionamiento automático, un tipo de armas que no es motivo de este artículo. Lo que aquí nos preocupa es el hecho de que un cañón caliente está sujeto a una tasa más rápida de desgaste de su ánima que un cañón frío.
Expresado en otros términos, cuanto más se calienta un cañón, más se daña con cada disparo subsiguiente.
Los aceros de los cañones son mezclas de varias aleaciones. También contienen una cantidad de aditivos, incluyendo carbón. Como el calor extremo quema el carbón del acero, su superficie comienza a parecer rugosa. Esta condición se denomina "erosión del cañón" y aunque es imposible de detectar a simple vista, claramente puede verse examinando el interior del ánima con un "borescope" de 6 o más aumentos (dispositivo para analizar la superficie interior de ductos, cañones y similares). La erosión del ánima no es causada solamente por la aplicación del calor extremo sino por una combinación de calor y de la alta velocidad de los gases y partículas del propelente. A medida que la presión de la recámara empuja al proyectil de su vaina, una porción de los gases y partículas supera al recorrido de la bala antes de que haya recorrido un trecho suficiente como para sellar el ánima. A medida que los gases, extremadamente calientes, se escurren entre el proyectil y las paredes del ánima, lo hacen a una velocidad mucho más alta de la que podría alcanzar la bala. En términos técnicos es algo que se denomina "efecto soplete".
La prueba de que este efecto existe es evidente cuando el estriado en un cañón muy erosionado se examina con un "borescope": la erosión siempre es mucho mayor en la base de las estrías (porción siguiente al "lead" del ánima y posterior al "cono, de forzamiento") que en su superficie superior o campos.
A medida que el proyectil avanza y toma el estriado, los campos se "clavan" en el proyectil, y sus superficies quedan protegidas inmediatamente de los gases que fluyen. Pero debido a las ligeras variaciones que poseen los proyectiles y las ánimas de las armas, el proyectil no siempre sella perfectamente estas últimas. Esto permite que los gases continúen fugándose por los lados del proyectil aunque ya esté recorriendo su trayecto hacia la boca, como mencioné anteriormente.