Una francesita vieja

Cuchillos, espadas, sables, etc
juma
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Re: Una francesita vieja

Mensaje por juma » Lun Dic 04, 2017 8:20 pm

Oscar, parecés un maestro mandando tareas!!
La puerta de St. Denis era una de las tantas puertas que daban acceso y salida a la amurallada ciudad de Paris, precisamente hacia la villa de Saint Denis que es donde se encuentra la abadia donde se enterraban los reyes de Francia, asi que los reyes tenian que pasar por alli - el muerto y el sucesor - "a rey muerto - rey puesto" y luego se coronaban en la catedral de Reims. En ese lugar existia una puerta amurallada desde los tiempos de Charles V, (en 1360). Luego demolida en tiempos de Luis XIV , al crecer la ciudad de Paris y cuando se debieron derrumbar las murallas antiguas, ahi se construyó la actual pero en forma de arco de triunfo (usando como modelo el arco de Tito en Roma) en 1672 para engrandecer la figura del rey Luis XIV (llamado el rey Sol) fijate la inscripción arriba - Ludovico Magno (Luis el grande)
Por lo que veo en la foto en 1940 el ejercito argentino usaba casco alemán!
Con respecto a la pieza encontrada, no hay mucha info te adjunto lo que encontré de Baco Tácticos - ahi se ve como aparecia originalmente. De todas maneras me llama la atención la escritura de "Majo" en lugar de Mayo.
http://bacotacticoscuchillos.blogspot.c ... pital.html
Un abrazo
La puerta antigua de Saint Denis
Imagen
El rey Charles V (a quien vimos en el post de Pedro el cruel nombrando condestable de Francia a Du Guesclin) entra a Paris por la puerta vieja de Saint Denis

Imagen
Ya que estamos, una imagen del cuadro donde se representa al padre de Charles V - el rey de Francia Juan el Bueno, cuando apresa a su archienemigo Carlos el Malo rey de Navarra, invitado con argucias a una comilona en el palacio del delfin Carlos V . Que época no? Carlos el Malo, Juan el Bueno, Pedro el Cruel, etc. etc. Un detalle de esta detención fue que el rey Juan hizo ajusticiar a los caballeros que acompañaban al Malo, cortándoles las cabezas en frente de el y su hijo menor, cuentan que la sangre llegó hasta los zapatos del rey y el principe, quien se desmayó- mientras su padre lo obligaba a mirar, para que se acostumbrara..
Imagen
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Re: Una francesita vieja

Mensaje por oski52 » Mar Dic 05, 2017 2:32 pm

juma escribió:Oscar, parecés un maestro mandando tareas!!
La puerta de St. Denis era una de las tantas puertas que daban acceso y salida a la amurallada ciudad de Paris, precisamente hacia la villa de Saint Denis que es donde se encuentra la abadia donde se enterraban los reyes de Francia, asi que los reyes tenian que pasar por alli - el muerto y el sucesor - "a rey muerto - rey puesto" y luego se coronaban en la catedral de Reims. En ese lugar existia una puerta amurallada desde los tiempos de Charles V, (en 1360). Luego demolida en tiempos de Luis XIV , al crecer la ciudad de Paris y cuando se debieron derrumbar las murallas antiguas, ahi se construyó la actual pero en forma de arco de triunfo (usando como modelo el arco de Tito en Roma) en 1672 para engrandecer la figura del rey Luis XIV (llamado el rey Sol) fijate la inscripción arriba - Ludovico Magno (Luis el grande)
Por lo que veo en la foto en 1940 el ejercito argentino usaba casco alemán!
Con respecto a la pieza encontrada, no hay mucha info te adjunto lo que encontré de Baco Tácticos - ahi se ve como aparecia originalmente. De todas maneras me llama la atención la escritura de "Majo" en lugar de Mayo.
http://bacotacticoscuchillos.blogspot.c ... pital.html
Un abrazo
La puerta antigua de Saint Denis
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El rey Charles V (a quien vimos en el post de Pedro el cruel nombrando condestable de Francia a Du Guesclin) entra a Paris por la puerta vieja de Saint Denis

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Ya que estamos, una imagen del cuadro donde se representa al padre de Charles V - el rey de Francia Juan el Bueno, cuando apresa a su archienemigo Carlos el Malo rey de Navarra, invitado con argucias a una comilona en el palacio del delfin Carlos V . Que época no? Carlos el Malo, Juan el Bueno, Pedro el Cruel, etc. etc. Un detalle de esta detención fue que el rey Juan hizo ajusticiar a los caballeros que acompañaban al Malo, cortándoles las cabezas en frente de el y su hijo menor, cuentan que la sangre llegó hasta los zapatos del rey y el principe, quien se desmayó- mientras su padre lo obligaba a mirar, para que se acostumbrara..
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Aunque no lo creas estudié magisterio en una escuela fundada por Sarmiento, soy de la última promoción egresada en el año 1969. Con respecto al casco alemán te cuento que no era sólo eso lo que "copiaba" el ejercito argentino, tambien lo hacía con los uniformes, con los saludos y con los pasos de marcha. Por si eso fuera poco, cuando hice el servicio militar en 1973, en el cuartel donde estaba todavia existían los manuales de entrenamiento con las "figuritas" de soldados alemanes. Muy interesante la información sobre el espadín, seguramente era de algún oficial que lo perdió tambien durante alguna maniobra. Estaba seguro de que ibas a conseguir más información, gracias.

Abrazo
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Re: Una francesita vieja

Mensaje por juma » Mar Dic 05, 2017 3:09 pm

OK, te copio un relato sobre la detencion y ejecución de los compañeros de Carlos el Malo (rey de Navarra) por Juan II rey de Francia:

Detrás del mariscal apareció una docena de arqueros que empujaron
brutalmente contra las paredes a los criados y los lacayos; y después,
Lalemant y Perrinet el Búfalo, y pisándoles los talones el propio rey Juan
II, completamente armado, la cabeza protegida por el yelmo, los o}s
echando chispas. Lo seguían de cerca Chaillouel y Crespi, dos sargentos
de su guardia personal.
«Es una emboscada», dijo Carlos de Navarra.
Por la puerta continuaba entrando la escolta real, y de ella formaban
parte algunos de los peores enemigos de Carlos de Navarra: los
hermanos de Artois, Tancarville...
El rey caminó en línea recta hacia la mesa de honor. Los señores
normandos esbozaron un movimiento impreciso, una especie de
reverencia. Con un gesto de las dos manos, el rey Juan les ordenó que
permanecieran sentados.
Aferró a su yerno por el cuello de piel de la chaqueta, lo sacudió y lo
arrancó del asiento, mientras gritaba desde el fondo de su yelmo:
«¡Maldito traidor! Ni siquiera eres digno de sentarte al lado de mi hijo. Por
el alma de mi padre, no volveré a comer ni a beber mientras tú vivas!»
Colin Doublel, el escudero de Carlos de Navarra, cuando vio
maltratado a su amo tuvo un impulso absurdo y blandió un cuchillo de
trinchar con el cual quiso herir al rey. Un gesto que abortó Perrinet el
Búfalo, doblándole el brazo.
Por su parte el rey soltó al de Navarra, y momentáneamente
desconcertado, miró con sorpresa a ese simple escudero que se había
atrevido a levantar la mano contra él. «Detened a este muchacho y
también a su amo», ordenó.
El séquito del rey había avanzado rápidamente, los hermanos Artois
en primera fila, que ahora sujetaban a Carlos de Navarra como una nuez
aferrada por los dos brazos de una pinza. Los hombres de armas habían
ocupado totalmente la sala. Los tapices parecían erizados de picas. Los
criados de la cocina parecían ansiosos de hundirse en los muros. El
delfín se había puesto de pie y decía: «Señor, padre mío; señor, padre
mío...»
Carlos de Navarra intentó explicarse, defenderse. «¡Mi señor, no
comprendo! ¿Quién os ha informado tan mal contra mí? ¡Que Dios me
ayude, pero lo cierto es que jamás he pensado en la traición, ni contra
vos ni contra mi señor vuestro hijo! Si en el mundo hay un hombre
quiera acusarme, que lo haga frente a vuestros pares, y juro que refutaré
sus dichos y lo confundiré.»
Incluso en una situación tan peligrosa tenía la voz clara, y la palabra
le venía fácilmente a la boca. En verdad parecía un individuo muy
pequeño y muy frágil en medio de todos esos guerreros; pero pese al
aprieto conservaba su dominio.
«Mi señor, soy rey, de un reino menor que el vuestro, sí, pero merezco
que se me trate como rey.»
«¡Eres conde de Evreux, eres mi vasallo y un
felón! »
«Soy vuestro buen primo, soy el esposo de vuestra señora hija y
jamás he cometido ninguna fechoría. Es cierto que ordené matar a vuestro
condestable, el señor de España.
Pero era mi adversario y me había ofendido. Ya hice
penitencia por mi acto. Hemos concertado la paz y vos habéis concedido
cartas de perdón a todos...»
«A la cárcel, traidor, ya has mentido
bastante. ¡Ve! Que te encierren, que los encierren a ambos -gritó el rey,
señalando al de Navarra y a su escudero-. Y también a éste», agregó,
señalando con el guante a Friquet de Fricamps, a quien acababa de
reconocer y que, como todos sabían, había organizado el atentado de La
Trucha que Huye.
Mientras los arqueros y los sargentos arrastraban a los tres hombres
hacia una cámara vecina, el delfín se arrojó a los pies del rey. Aunque el
terrible furor que veía en el rostro de su padre lo intimidaba, había
conservado lucidez suficiente para advertir las consecuencias, ajenas a
su propia voluntad, del episodio que ahora estaba presenciando.
«¡Ah!, señor, padre mío, por Dios, me deshonráis. ¿qué se dirá de mí?
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Re: Una francesita vieja

Mensaje por juma » Mar Dic 05, 2017 4:49 pm

Me faltaba otro tramo - que está relatado casi paso a paso - . Pero antes te muestro otra foto de la navaja junto con una pistola hecha en Francia pero muy especial, es una Manurhin - fabricada durante los años 50 mientras Walther no podía fabricar en Alemania, por prohibiciones postguerra.
Saludos

Imagen

Entonces, nuestro Juan II se apoderó de la maza de un sargento y
descargó sobre el duque de Harcourt un golpe formidable, que habría
fracturado el hombro de otro individuo menos adiposo. «¡De pie, traidor!
Vos también iréis a la cárcel. Tendréis que ser muy astuto para escapar
de mis garras.»
Y como el obeso de Harcourt, aturdido, no se puso de pie con
suficiente rapidez, el rey Juan lo aferró por la chaqueta blanca y la
desgarró, de modo que la vestidura se rompió hasta la camisa.
Empujado por los arqueros, Juan de Harcourt pasó frente a su
hermano menor Luis, y le dijo algo que los demás no oyeron, pero que
era una frase dura, a lo cual el otro respondió con un gesto que podía
significar lo que uno quisiera... No pude hacer nada; soy chambelán del
rey; te lo buscaste, tanto peor para ti...
«Señor, padre mío -insistía el duque de Normandía-, hacéis mal en
tratar así a estos hombres valerosos.»
Pero Juan II ya no lo oía. Cruzó algunas miradas con Nicolás Braque
y Roberto de Lorris, que le indicaron en silencio a varios convidados. «
¡Éste, a la prisión! Y aquél...», ordenó, mientras empujaba al señor de
Graville y descargaba el puño sobre Maubué de Mainemares, dos
caballeros que también habían participado en el asesinato de Carlos de
España, pero que dos años atrás habían recibido sus respectivas cartas
de perdón, firmadas por el propio rey. Como veis, era un odio duro y antiguo.
Mitton el Loco, subido a un banco de piedra, delante de una ventana,
hacía signos a su amo, y le mostraba las fuentes depositadas sobre las
mesas, y después señalaba al rey y agitaba los dedos frente a la boca...
Comer...
«Padre, dijo el delfín, ¿queréis que os sirvan de comer?» La idea era
feliz; evitó que la Normandía entera fuese a parar a los calabozos.
«¡Demonios, sí! De veras tengo apetito. ¿Sabéis, Carlos, que partí del
extremo del bosque de Lyons, y que desde el alba corro para castigar a
estos malvados? Ordenad que me sirvan.»
Y con un gesto de la mano pidió que le quitaran el yelmo. Aparecieron
los cabellos aplastados, el rostro enrojecido; el sudor le empapaba la
barba. Se sentó en el lugar de su hijo, y ya había olvidado su juramento
de abstenerse de comer y de beber mientras su yerno aún estuviese con
vida.
Mientras se apresuraban a traerle un cubierto, le servían vino, lo
entretenían con una pasta de pescado bastante pasable, le presentaban
un cisne que había permanecido intacto y aún estaba tibio, entre los
prisioneros a quienes retiraban de la sala y los criados que corrían de
nuevo hacia las cocinas hubo bastante movimiento en las habitaciones y
las escaleras; los señores normandos aprovecharon para huir. Fue lo que
hizo el señor de Clères, que también era uno de los asesinos del hermoso
español, y que escapó por poco. El rey no se preocupó por detener a
nadie, y los arqueros lo dejaron pasar. También la escolta tenía apetito y
sed. Juan de Artois, Tancarville y los sargentos se acercaron a las
fuentes. Esperaron un gesto del rey que los autorizara a reponer fuerzas.
Como no hubo tal gesto, el mariscal de Audrehem arrancó una pata de
capón que estaba sobre una mesa y se puso a comer, de pie. Luis de
Orleans esbozó un gesto de humor. En verdad, su hermano demostraba
escasa preocupación por quienes lo servían. Se instaló en el asiento que
el de Navarra había ocupado un momento antes, y dijo: «Me siento
obligado a haceros compañía, hermano.»
Entonces, con una especie de indiferente mansedumbre, el rey invitó
a sentarse a sus parientes y a los barones. Todos aceptaron de inmediato
y se acomodaron alrededor de los manteles manchados para consumir
los restos de la comilona. Nadie se preocupó de cambiar las fuentes de
plata. Cada uno atrapaba lo que tenía al alcance de la mano, el pote de
leche antes que el pato confitado, la oca antes que la sopa de mariscos.
Comieron los restos de las frituras frías. Los arqueros se atiborraban con
pedazos de pan o bien corrían a las cocinas para conseguir algún bocado
más sustancioso. Los sargentos vaciaban los vasos abandonados.
El rey, con las botas apoyadas sobre la mesa, parecía sumido en una
ensoñación. Su cólera no se había apaciguado; incluso parecía que el
alimento la había reavivado. Sin embargo, había debido tener motivos de
satisfacción. ¡El buen rey representaba su papel de justiciero!

De pronto, pareció
asombrado de que ya no estuviesen allí los caballeros normandos, y
comenzó a inquietarse. Desconfiaba de ellos. ¿No pretenderían organizar
una rebelión, movilizar a la ciudad, liberar a los prisioneros? Este
hombre tan hábil revelaba así su verdadero carácter. Al principio,
impulsado por un furor que le venía de antiguo, se abalanzaba sin
pensar en nada; después, descuidaba consolidar lo que había hecho; en
tercer lugar, imaginaba cosas, siempre alejadas de la realidad pero que
enraizaban tenazmente en su espíritu. Ahora, ya veía Ruan levantada en
armas, como había ocurrido en Arras un mes antes. Ordenó que compareciese
el alcalde. Pero el maestro Mustel no estaba allí. «Pero si lo he
visto hace un momento», decía Nicolás Braque. Atraparon al alcalde en el
patio del castillo. Compareció, el rostro pálido por la digestión
interrumpida, ante el rey que continuaba engullendo. Recibió la orden de
cerrar las puertas de la ciudad y proclamar en las calles que cada uno
debía permanecer en su casa. Estaba prohibido circular; burgueses o
campesinos, a todos afectaba el decreto, y sin ningún motivo. Era el
estado de sitio, el toque de queda en pleno día. Un ejército enemigo que
hubiese ocupado la ciudad no habría procedido de otro modo.
Última edición por juma el Mar Dic 05, 2017 5:25 pm, editado 2 veces en total.
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Re: Una francesita vieja

Mensaje por oski52 » Mar Dic 05, 2017 4:55 pm

(-H-) (-H-) (-H-)

Abrazo
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Re: Una francesita vieja

Mensaje por juma » Mar Dic 05, 2017 5:07 pm

Y aqui viene el final del relato que es bastante largo, lindo para hacer la digestión después de comer, jejej. Despues me contás si viste alguna descripción que hiciera correr tanta sangre!!
Abrazo

Mustel tuvo el coraje de mostrarse ultrajado. Los ruaneses no habían
hecho nada que justificase tales medidas. «¡Sí! Os negáis a pagar los
impuestos, y en eso atendéis a las exhortaciones de estos malvados a
quienes acabo de confundir. Pero por san Dionisio, ya no volverán a
exhortaros.»
Cuando vio retirarse al alcalde, el delfín debió de pensar entristecido
que todos sus pacientes esfuerzos, realizados desde hacía varios meses,
para conciliar a los normandos, habían quedado reducidos a la nada.
Ahora todos, nobles y burgueses, se volverían contra él. En efecto, ¿quién
creería que no era cómplice de la emboscada? A decir verdad, su padre le
había asignado un papel bastante ingrato.
Después, el rey mando buscar a Guillermo, su jefe de tropa.
Y todos comprendieron que había
decidido proceder sin más a la ejecución inmediata de los prisioneros.
«Los que no saben seguir las normas de la caballería, más vale que no
conserven la vida», dijo el rey.


El rey de los auxiliares (nombre que se daba al jefe de los verdugos)
empuja al conde de Harcourt hacia el tajo.
«Arrodillaos, señor.»
El hombre obeso se desploma como un buey. Mueve las rodillas,
seguramente porque hay guijarros que lo lastiman. El rey de los
auxiliares pasa detrás del prisionero, le venda por sorpresa los ojos y lo
priva de contemplar los nudos de la madera, la última cosa del mundo
que tendrá ante sí.
Más bien hubiera debido vendarse al resto, para ahorrarles el
espectáculo que seguiría.
El rey de los auxiliares aferra con las
dos manos la cabeza del condenado, como si fuera una cosa, para disponerla
bien, y separa los cabellos de modo que la nuca quede al
descubierto.
El conde de Harcourt continúa moviendo las rodillas a causa de los
guijarros... «¡Vamos, corta!», dice el rey de los auxiliares. Y ve, como todo
el mundo, que el verdugo tiembla. No deja de balancear la gran hacha,
de mover las manos sobre el mango, de buscar la distancia adecuada
frente al tajo. Tenía miedo. Sí, se hubiera sentido más seguro con un
puñal, en un rincón oscuro. Pero para este bandido, un hacha, y frente
al rey y todos estos señores, y los soldados. Después de varios meses en
prisión, sin duda no sentía sólidos los músculos, pese a que le habían
servido una buena sopa y un jarro de vino para reponer fuerzas. Por otra
parte, no le habían puesto una capucha, como se acostumbra a hacer,
porque no la habían encontrado. De modo que en adelante todos sabrían
que él había sido el verdugo. Criminal y verdugo. Una condición capaz de
horrorizar a cualquiera. Y saberlo lo trastornaba, inquietaba a este
Bétrouve que habría de conquistar su libertad ejecutando el mismo acto
que lo había llevado a prisión. Veía la cabeza que tenía que cortar en el
lugar donde hubiera debido poner la suya, poco después, si el rey no
hubiese pasado por Ruan. Tal vez en este bandido había más caridad y
más sentimiento de comunión, un lazo más firme con su prójimo que el
que podía observarse en el rey.
« ¡Corta! », tuvo que repetir el rey de los auxiliares. Bétrouve alzó el
hacha, no recta sobre su propia cabeza como hace un verdugo, sino de
costado, como un leñador que quiere abatir un árbol, y dejó que el hacha
cayese por su propio peso. Cayó mal.
Hay verdugos que decapitan a un hombre de un solo golpe bien dado.
¡Pero éste no era así! El conde de Harcourt debía de haberse
desvanecido, porque ya no movía las rodillas, pero no estaba muerto,
pues la capa de grasa que le cubría la nuca había amortiguado el golpe
del hacha.
Fue necesario reanudar la tarea. Peor aún. Esta vez el hierro penetró
en un costado del cuello. La sangre brotó por una ancha herida que
dejaba ver la grasa amarilla.
Bétrouve luchaba con su hacha, cuyo filo se había clavado en la
madera del tajo, y que no podía volver a salir. El sudor le cubría el
rostro.
El rey de los auxiliares se volvió hacia el monarca con aire de
disculpa, como si quisiera decir: «No es mía la responsabilidad de lo que
ocurre.»
Bétrouve está desconcertado: no oye lo que le dicen los sargentos,
vuelve a descargar el hacha; y se diría que el hierro cae en un pote de
manteca. ¡Una vez más, otra! La sangre cae por los costados del tajo,
empapa el hierro, tiñe la casaca desgarrada del condenado. Los
ayudantes se vuelven, el corazón conmovido. El delfín muestra una expresión
de horror y cólera; cierra los puños y la mano derecha muestra
un tinte violeta. Luis de Harcourt, el rostro ceniciento, con un esfuerzo
de voluntad, se mantiene en primera fila, frente a la carnicería que hacen
con su hermano. El mariscal mueve los pies para esquivar el arroyo de
sangre que avanza hacia él.
Finalmente, al sexto golpe, la gruesa cabeza del conde de Harcourt se
separó del tronco y, todavía envuelta en la faja negra, rodó al pie del tajo.
El rey no movió un músculo. A través de su ventana de acero
contemplaba, sin mostrar indicios de incomodidad, desaliento ni
malestar, esa sopa sangrienta entre los hombros enormes, exactamente
frente a él, y esa cabeza separada del tronco, sucia de polvo, en medio de
un charco de sangre. Si algo se dibujó en su rostro enmarcado por e
metal, fue una sonrisa. Un arquero se desmayó con ruido de hierros.
Sólo entonces el rey consintió en desviar la mirada. Ese afeminado no
continuaría mucho tiempo en su guardia. Perrinet el Búfalo alzó al
arquero aferrándolo por el cuello de la chaqueta, y mientras aún estaba
en el aire descargó sobre su rostro una bofetada. Pero con su desmayo el
afeminado había prestado un buen servicio. Todos reaccionaron; incluso
se oyeron risas.
Se necesitaron nada menos que tres hombres para retirar el cuerpo
del decapitado. «A lo seco, a lo seco», gritaba el rey de los auxiliares. No
olvidemos que tenía derecho a apoderarse de las vestiduras. Ya era
bastante que estuviesen desgarradas; si además las obtenía
excesivamente manchadas, de nada le servirían. Ya tenía dos condenados
menos de lo que había previsto...
Y ahora se dedicó a enseñar a su verdugo, agotado: «Levantas el
hacha sobre su cabeza, y no la miras, fijas los ojos en el lugar que debes
golpear, en mitad del cuello. ¡Y paf!» Ordenó que echaran paja al pie del
tajo, para secar el suelo, y que vendasen los ojos del señor de Graville,
un buen normando bastante robusto. Lo obligó a arrodillarse, y le
acomodó la cabeza: «¡Corta!» Ahora, de un solo golpe... milagro...
Bétrouve le corta la cabeza, y la cabeza cae hacia delante mientras el
cuerpo se desploma de lado, vertiendo una ola roja sobre el polvo. Y la
gente parece aliviada. Poco falta para que feliciten a Bétrouve, que mira
alrededor, estupefacto, con el aire de un hombre que se pregunta cómo
pudo conseguirlo.
Llega el turno de Maubué de Mainemares, que mira desafiante al rey.
«Todos saben, todos saben...», exclama. Pero como el barbudo ya está
junto a él y le pone la banda, sus palabras se apagan y nadie sabe lo que
quiso decir.
El mariscal de Audrehem se mueve de nuevo, porque la sangre avanza
hacia sus botas... « ¡Corta! »; un hachazo, y con este golpe bien asestado
es suficiente.
Retiran el cuerpo de Mainemares y lo depositan al lado de los dos
anteriores. Desatan las manos de los cadáveres para aferrar más
fácilmente los cuatro miembros, elevarlos y llevárselos. Los arrojan al
interior de la primera carreta, que los lleva al patíbulo, donde serán
colgados. Allí los despojarán. El rey de los auxiliares ordena que recojan
también las cabezas.
Bétrouve recupera el aliento, apoyado sobre el mango del hacha. Le
duelen los riñones; está muy cansado. Poco falta para que lo
compadezcan. Ah, no hay duda de que está ganándose la carta de
perdón. Si hasta el fin de sus días tiene pesadillas y grita en sueños, no
habrá nada de qué asombrarse.
Colin Doublel, el escudero valeroso, que había querido herir al rey
pese a que la confesión lo había
absuelto, estaba nervioso. Hizo un movimiento para desprenderse de las
manos que lo empujaban hacia el tajo; quería marchar solo. Pero la
banda sobre los ojos está destinada justamente a evitar eso, los gestos
desordenados de los condenados.
De todos modos, no pudieron impedir que Doublel alzara la cabeza en
el peor momento, y que Bétrouve... en realidad, no fue suya la culpa... le
abriese de través el cráneo. ¡Vamos, otro golpe! Y asunto terminado.
Sí, los ruaneses que miraban desde las ventanas del lugar tendrían
mucho que contar; cosas que pronto se repetirían de burgo en burgo,
hasta el último rincón del ducado. Y la gente vendría de todas partes a
contemplar ese sitio que había bebido tanta sangre. Nadie hubiese creído
que cuatro cuerpos humanos pudiesen contener tanta y que la mancha
en el suelo fuera tan ancha.
El rey Juan miraba a su gente con un extraño sentimiento de
satisfacción. Al parecer, el horror que inspiraba en ese momento, incluso
a sus más fieles servidores, no le desagradaba; se sentía bastante
orgulloso de sí mismo, miraba sobre todo a su hijo mayor... «Ya ves,
muchacho, cuál es la conducta que cuadra a un rey...»


Este relato está basado en las crónicas de los reyes de Francia y la comilona se llevó a cabo en la ciudad de Ruan - capital del ducado de Normandía - que acaba de recibir com dote el delfin Charles (futuro Charles V) - aclaro de la denominación de "delfín" se daba en Francia al hijo mayor del rey, o sea su heredero. Mas precisamente el festejo de la comida con que el delfín convidaba a los señores feudales normandos (entre los cuales se hallaba Carlos el Malo) se llevó acabo en el salón principal de la torre del castillo de Ruan conocido como Chateau Bouvreil, del cual actualmente solo sobrevive la torre donde se realizó el ágape.
El castillo en su época
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Re: Una francesita vieja

Mensaje por oski52 » Mié Dic 06, 2017 11:22 am

Todo muy bueno, 11 puntos. Parece que del castillo sólo quedó esa torre (es la del homenaje?). En el barrio que vivo, hasta hace un par de años -ya la echaron abajo- había una torre dentro de una propiedad, la verdad es que desentonaba por completo y curioseando pude averiguar que era una torre de vigilancia del siglo XIX -cuando todavía había indios por la zona- perteneciente a la estancia de lo que luego sería el parque Saavedra.

Abrazo y tené cuidado de no pisar la sangre (::A) (::A)
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Re: Una francesita vieja

Mensaje por juma » Mié Dic 06, 2017 12:06 pm

oski52 escribió:Todo muy bueno, 11 puntos. Parece que del castillo sólo quedó esa torre (es la del homenaje?). En el barrio que vivo, hasta hace un par de años -ya la echaron abajo- había una torre dentro de una propiedad, la verdad es que desentonaba por completo y curioseando pude averiguar que era una torre de vigilancia del siglo XIX -cuando todavía había indios por la zona- perteneciente a la estancia de lo que luego sería el parque Saavedra.

Abrazo y tené cuidado de no pisar la sangre (::A) (::A)
Si efectivamente es la "torre del homenaje" o "donjon" como le dicen los franceses. Posteriormente fue nombrada como "torre Jeanne d´Arc en recuerdo de la heroína francesa, que estuvo prisionera en la torre. El castillo había sido construido sobre las ruinas de un enorme anfiteatro galo-romano, por el rey de Francia Felipe Augustro entre 1204 y 1210..
Lástima que hayan hecho desaparecer ese pedazo de historia en tu barrio - es un hecho que no sabemos conservar la historia. Aqui cerca de mi casa hay dos molinos de mediados de 1800, que ahora están casi destruidos, pero cuando yo era un pibe al menos uno de ellos estaba completo con el techo cónico como el de don Quijote.
Te cuento que en la búsqueda de la información que subí mas arriba, encontré un detalle - durante la preparación del banquete - que no subi para no hacerlo tan largo, pero que cuenta algo sobre el uso de los cuchillos segun el material del mango que tuvieran - para las diferentes festividades del año, te copio un extracto.

Y en realidad, ¡qué festín! No en vano Nicolás Braque había ayudado
al delfín a prepararlo. Los que asistieron, y consiguieron salir con vida,
jamás lo olvidaron. Seis mesas distribuidas en la gran sala redonda. De
los muros colgaban tapices verdes, de colores tan vivos que uno creía
estar cenando en medio del bosque. Cerca de las ventanas, ramilletes de
cirios para aumentar la luz que entraba por los ventanales y que parecía
el sol que se filtra entre las ramas de los árboles. Detrás de cada
convidado un atento servidor, en el caso de los grandes señores el suyo
propio, y en los otros algún hombre de la casa del delfín. Se usaban
cuchillos con mango de ébano, dorados y esmaltados con las armas de
Francia, y especialmente reservados para la Cuaresma. Es costumbre de
la corte utilizar los cuchillos con mango de marfil después de las fiestas
de Pascua. Pues se respetaba la Cuaresma.
Pasteles de pescado, guisos
de pescado, carpas, sardinas, caballas, salmones y mariscos, platos de
huevos, de aves de corral y otros animales de pluma. Habían vaciado los
viveros y los corrales y aprovechado los ríos. Los pajes de la cocina, que
formaban una cadena continua en la escalera, traían las fuentes de plata
y bermellón donde los asadores, los cocineros y los reposteros habían
dispuesto, arreglado y recubierto los platos preparados en las chimeneas
de las torres de las cocinas. Seis hombres servían los vinos de Beaune,
de Meursault, de Arbois y de Turena..
Un abrazo
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Re: Una francesita vieja

Mensaje por oski52 » Mié Dic 06, 2017 4:19 pm

Qué interesante ese dato sobre los cuchillos, quizás a partir de eso nació el uso de diferentes cubiertos según el tipo de comida. Con respecto a la comida te comento que hace un tiempo me bajé de internet una serie de libros de cocina muy antiguos, incluso uno que escribió Nostradamus y en la mayoria de ellos, por supuesto estan en español o traducidos, figuran practicamente las mismas comidas que comemos ahora por supuesto con la salvedad de algun ingrediente o forma de cocción, algun dia de estos me animo a preparar algo.

Abrazo
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Re: Una francesita vieja

Mensaje por juma » Mié Dic 06, 2017 5:05 pm

oski52 escribió:Qué interesante ese dato sobre los cuchillos, quizás a partir de eso nació el uso de diferentes cubiertos según el tipo de comida. Con respecto a la comida te comento que hace un tiempo me bajé de internet una serie de libros de cocina muy antiguos, incluso uno que escribió Nostradamus y en la mayoria de ellos, por supuesto estan en español o traducidos, figuran practicamente las mismas comidas que comemos ahora por supuesto con la salvedad de algun ingrediente o forma de cocción, algun dia de estos me animo a preparar algo.

Abrazo
Por eso te lo subí.. eso sí mucho cuidado si tenés invitados a la comilona, no sea que te vaya a pasar lo que le pasó al delfín... jejej
Por las dudas te paso una milonga flor.
https://www.youtube.com/watch?v=uZjClN5ENFE
Abrazo
PD: después te cuento algo sobre los cuchillos de mesa.
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Re: Una francesita vieja

Mensaje por oski52 » Mié Dic 06, 2017 7:40 pm

juma escribió:
oski52 escribió:Qué interesante ese dato sobre los cuchillos, quizás a partir de eso nació el uso de diferentes cubiertos según el tipo de comida. Con respecto a la comida te comento que hace un tiempo me bajé de internet una serie de libros de cocina muy antiguos, incluso uno que escribió Nostradamus y en la mayoria de ellos, por supuesto estan en español o traducidos, figuran practicamente las mismas comidas que comemos ahora por supuesto con la salvedad de algun ingrediente o forma de cocción, algun dia de estos me animo a preparar algo.

Abrazo
Por eso te lo subí.. eso sí mucho cuidado si tenés invitados a la comilona, no sea que te vaya a pasar lo que le pasó al delfín... jejej
Por las dudas te paso una milonga flor.
https://www.youtube.com/watch?v=uZjClN5ENFE
Abrazo
PD: después te cuento algo sobre los cuchillos de mesa.

Muy buena la milonga, parece que en tiempos idos los compositores sabían de poesía, algo que se fue perdiendo con el tiempo, dale, espero la info sobre los cuchillos y cuando se haga la comilona te aviso (por las dudas) (::A) (::A) (::A)

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Re: Una francesita vieja

Mensaje por juma » Mié Dic 06, 2017 8:20 pm

Ok, hacé de cuenta que yo soy tu "sargento macero" al que vemos en la pintura de la detención de Carlos el malo entrando detrás del rey de Francia cuidándole las espaldas - lo que era su funcion. De paso te propongo un ejercicio - dado que estamos en un foro de armas blancas - cuántas aparecen en la pintura?
Bueno, te comento lo que te anunciaba sobre los cuchillos de mesa: cerca del año 1600 los cuchillos de mesa que hasta ese entonces habían sido con punta (para trinchar, antes de la aparición del tenedor), comienzan a cambiar - según cuenta don Abel en uno de sus libros - el primer ministro de Francia , cardenal Richelieu había invitado a cenar al cardenal Seguier, quien según se comentaba tenia modales muy toscos (se limpiaba los dientes con los cuchillos en la mesa) , por lo tanto, Richelieu que era un exquisito ordenó a su chambelán que redondeara la punta de todos los cuchillos de su mesa, este hecho fue observado por el rey, a quien también le pareció buena idea y la impuso en la corte y luego mediante un edicto se ordenó a toda la población a que redondeara la punta de sus cuchillos - so pena de sanciones - . Por lo que he leído por ahi el verdadero motivo era que tenían miedo de ser asesinados en la mesa!! - por mas que muchas veces hacían dejar las armas a la entrada a los caballeros participantes - estaban los cuchillos de comer encima de la mesa!! asi que parece más lógico.
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Re: Una francesita vieja

Mensaje por oski52 » Jue Dic 07, 2017 2:27 pm

juma escribió:Ok, hacé de cuenta que yo soy tu "sargento macero" al que vemos en la pintura de la detención de Carlos el malo entrando detrás del rey de Francia cuidándole las espaldas - lo que era su funcion. De paso te propongo un ejercicio - dado que estamos en un foro de armas blancas - cuántas aparecen en la pintura?
Bueno, te comento lo que te anunciaba sobre los cuchillos de mesa: cerca del año 1600 los cuchillos de mesa que hasta ese entonces habían sido con punta (para trinchar, antes de la aparición del tenedor), comienzan a cambiar - según cuenta don Abel en uno de sus libros - el primer ministro de Francia , cardenal Richelieu había invitado a cenar al cardenal Seguier, quien según se comentaba tenia modales muy toscos (se limpiaba los dientes con los cuchillos en la mesa) , por lo tanto, Richelieu que era un exquisito ordenó a su chambelán que redondeara la punta de todos los cuchillos de su mesa, este hecho fue observado por el rey, a quien también le pareció buena idea y la impuso en la corte y luego mediante un edicto se ordenó a toda la población a que redondeara la punta de sus cuchillos - so pena de sanciones - . Por lo que he leído por ahi el verdadero motivo era que tenían miedo de ser asesinados en la mesa!! - por mas que muchas veces hacían dejar las armas a la entrada a los caballeros participantes - estaban los cuchillos de comer encima de la mesa!! asi que parece más lógico.
Abrazo
Muy interesante!!!, aprovecho y te comento -no sé si será verdad- que leí en algun lado que fue Napoleón Bonaparte el que hizo poner botones en las mangas de los uniformes para que la tropa no se limpiara la boca con ellas después de comer. (-O-)

Abrazo mi sargento (::A) (::A)
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Re: Una francesita vieja

Mensaje por juma » Jue Dic 07, 2017 3:16 pm

oski52 escribió:
juma escribió:Ok, hacé de cuenta que yo soy tu "sargento macero" al que vemos en la pintura de la detención de Carlos el malo entrando detrás del rey de Francia cuidándole las espaldas - lo que era su funcion. De paso te propongo un ejercicio - dado que estamos en un foro de armas blancas - cuántas aparecen en la pintura?
Bueno, te comento lo que te anunciaba sobre los cuchillos de mesa: cerca del año 1600 los cuchillos de mesa que hasta ese entonces habían sido con punta (para trinchar, antes de la aparición del tenedor), comienzan a cambiar - según cuenta don Abel en uno de sus libros - el primer ministro de Francia , cardenal Richelieu había invitado a cenar al cardenal Seguier, quien según se comentaba tenia modales muy toscos (se limpiaba los dientes con los cuchillos en la mesa) , por lo tanto, Richelieu que era un exquisito ordenó a su chambelán que redondeara la punta de todos los cuchillos de su mesa, este hecho fue observado por el rey, a quien también le pareció buena idea y la impuso en la corte y luego mediante un edicto se ordenó a toda la población a que redondeara la punta de sus cuchillos - so pena de sanciones - . Por lo que he leído por ahi el verdadero motivo era que tenían miedo de ser asesinados en la mesa!! - por mas que muchas veces hacían dejar las armas a la entrada a los caballeros participantes - estaban los cuchillos de comer encima de la mesa!! asi que parece más lógico.
Abrazo
Muy interesante!!!, aprovecho y te comento -no sé si será verdad- que leí en algun lado que fue Napoleón Bonaparte el que hizo poner botones en las mangas de los uniformes para que la tropa no se limpiara la boca con ellas después de comer. (-O-)

Abrazo mi sargento (::A) (::A)
Sabés que yo recuerdo algo por el estilo, pero en este caso referido a Lord Nelson y era para que sus oficiales no se limpiaran la nariz con la manga del uniforme - de todas maneras no he podido encontrar fuentes que acrediten los comentarios.
Como te hiciste el langa con el desafío!!
Abrazo
Sargento Mayor Juma
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Re: Una francesita vieja

Mensaje por oski52 » Jue Dic 07, 2017 7:30 pm

juma escribió:
oski52 escribió:
juma escribió:Ok, hacé de cuenta que yo soy tu "sargento macero" al que vemos en la pintura de la detención de Carlos el malo entrando detrás del rey de Francia cuidándole las espaldas - lo que era su funcion. De paso te propongo un ejercicio - dado que estamos en un foro de armas blancas - cuántas aparecen en la pintura?
Bueno, te comento lo que te anunciaba sobre los cuchillos de mesa: cerca del año 1600 los cuchillos de mesa que hasta ese entonces habían sido con punta (para trinchar, antes de la aparición del tenedor), comienzan a cambiar - según cuenta don Abel en uno de sus libros - el primer ministro de Francia , cardenal Richelieu había invitado a cenar al cardenal Seguier, quien según se comentaba tenia modales muy toscos (se limpiaba los dientes con los cuchillos en la mesa) , por lo tanto, Richelieu que era un exquisito ordenó a su chambelán que redondeara la punta de todos los cuchillos de su mesa, este hecho fue observado por el rey, a quien también le pareció buena idea y la impuso en la corte y luego mediante un edicto se ordenó a toda la población a que redondeara la punta de sus cuchillos - so pena de sanciones - . Por lo que he leído por ahi el verdadero motivo era que tenían miedo de ser asesinados en la mesa!! - por mas que muchas veces hacían dejar las armas a la entrada a los caballeros participantes - estaban los cuchillos de comer encima de la mesa!! asi que parece más lógico.
Abrazo
Muy interesante!!!, aprovecho y te comento -no sé si será verdad- que leí en algun lado que fue Napoleón Bonaparte el que hizo poner botones en las mangas de los uniformes para que la tropa no se limpiara la boca con ellas después de comer. (-O-)

Abrazo mi sargento (::A) (::A)
Sabés que yo recuerdo algo por el estilo, pero en este caso referido a Lord Nelson y era para que sus oficiales no se limpiaran la nariz con la manga del uniforme - de todas maneras no he podido encontrar fuentes que acrediten los comentarios.
Como te hiciste el langa con el desafío!!
Abrazo
Sargento Mayor Juma
No, fui honesto, podria haber leido nuevamente todo el post y darte la respuesta, pero no te mereces que te juegue sucio, por eso preferí no responderte, además vos sos sargento mayor y yo un pobre aspirante (::A) (::A) (::A)

super abrazo
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Re: Una francesita vieja

Mensaje por juma » Jue Dic 07, 2017 8:05 pm

Ahh pero te estás poniendo viejo y flojo!!. Yo hice todos los deberes y vos no querés mirar una foto - vamos que es una orden del sargento mayor!!
Imagen
Te estoy mirando!!
Imagen
Uyyy, apurate porque ahí viene el viejo1!
https://www.youtube.com/watch?v=qzKTOUkroU0
Abrazo!!

PD: si conseguís la peli, bajatela, porque no tiene desperdicio.
https://www.youtube.com/watch?v=u23WcWVU3lA
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